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Manejo de Situaciones Conflictivas.

Manejemos bien las situaciones conflictivas.
1ª parte.


¿A qué llamamos una “situación conflictiva”?



Una situación conflictiva suele ser aquella en la que se puede ver en peligro la sensibilidad de alguna de las partes, (conflicto inter-personal), o aquellas a las que nos cuesta enfrentarnos (conflicto intra-personal) y que contrapone dos ideas o conceptos entre sí..



Entre ellas se encuentran: 



- Expresar sentimientos negativos
- Expresar opiniones contrarias
- Hacer peticiones
- Decir NO
- Hacer críticas
- Recibir críticas



¿Cómo enfrentarnos a este tipo de situaciones?



Lo primero que hay que tener en cuenta son tres aspectos, que son los que hacen que estas situaciones sean especialmente difíciles:



1. ¿Cómo puedo a conseguir un menor coste emocional (ansiedad)?
2. ¿Cómo puedo conseguir mi objetivo?
3. ¿Cómo puedo conseguir que la relación no se deteriore?


Por hoy, veremos la primera parte: El Mínimo Coste Emocional


1.- Mínimo coste emocional: ¿qué es el “coste emocional”? Todo aquello que nos pasa factura. Y…¿qué es lo que nos pasa factura? Normalmente, todo lo que se querría decir y no se dice, y todo lo que se dice de malos modos y de lo que después me arrepiento.

Hay que diferenciar el coste emocional a corto y a largo plazo. Es decir, la persona que se calla porque no se atreve a hablar, a corto plazo, evita el estrés de enfrentarse a la situación, sin embargo, a largo plazo, será una persona con una gran tensión interna, con sentimiento de inferioridad, una persona de la que la gente se aprovecha, enfadada consigo misma por no ser capaz de defenderse a sí misma…y puede que en un momento dado estalle ante un hecho insignificante, lo cual después la dejaría peor todavía. Suelen ser personas que no se atreven a hablar porque creen que sólo piensan tonterías, o que nadie les va a hacer caso, o que si hablan pueden herir la sensibilidad de los demás…Es decir, SU PEOR ENEMIGO SON ELLAS MISMAS Y SUS PROPIOS MIEDOS.

En el otro lado, tenemos al que “todo lo dice”, pero de malos modos, irónicamente, con agresividad encubierta, exigiendo, imponiendo, aunque sea con una sonrisa…es decir, de cualquier manera que deje al otro en evidencia, enfadado, machacado, etc…Esta forma de conducirse, a corto plazo ya pasa factura, debido a que uno se enfrenta a la situación, pero como si estuviera en la guerra, lo cual genera mucha tensión, tensión que se va acumulando poco a poco, al cabo del día, de las semanas…son los candidatos a un futuro infarto, los que por todo se enfadan, todo lo critican…

Lo que estas personas suelen pensar es que “aquí o uno se impone, o le toman el pelo”, “aquí el único que hace algo soy yo”, “lo mío es lo único que vale”, “los demás deberían ser perfectos como yo soy perfecto”, etc…ES DECIR, SU ENEMIGO SON TODOS LOS DE FUERA

Efectivamente, lo que MENOR coste emocional genera, es expresar lo que uno quiere y cree que tiene que expresar, en el momento adecuado, y de manera adecuada. Eso sí, “menor”, no “ninguno”. Es decir, el trago de enfrentarse a la situación se tiene que pasar, lo cual genera algo de tensión.

Sin embargo, esta opción, a largo plazo es la que mejor funciona:



1. La probabilidad (siempre se habla de probabilidades y no de seguridades, ya que podemos influir sobre las personas, pero no manipularlas, ni es eso lo que queremos, la libertad propia y la del otro es fundamental), luego, la probabilidad de que mi objetivo se cumpla es mayor, ¿por qué?, primero, porque si lo digo, no lo tiene que adivinar. Si no lo digo, evidentemente el otro ni se entera, y si se da cuenta de que te molesta, como no te quejas, pues…estirará la situación todo lo que pueda porque le es muy cómoda…Y segundo, al decirlo sin ira, queda claro que es ESO lo que quiero, y no que tengo muy mal genio. Ejemplo: “Pero bueno!!! ¿Has visto cómo tienes la mesa??? es que eres un auténtico desastre, y yo no hago más que perder el tiempo en tu..…mesa!!! ¿es que no sabes que mi tiempo es oro?? ¡¡parece mentira!! Y que te lo tenga que recordar todos los días!!, etc, etc…” Bueno, aquí está claro que lo que se quiere es que se ordene la mesa, pero en realidad, lo que a la otra persona le llega es que uno tiene muy “mala uva”, que es bastante neurótico, que no tiene control de impulsos y que pobre de su mujer que le aguanta, y ya de paso, sí, recogeré la mesa, no vaya a ser que me caiga otra como esta, pero en cuanto pueda, me escaqueo, porque yo con mi mesa hago lo que quiero, qué se va a creer este, etc,etc...

2. Si hablándolo de forma adecuada, el objetivo resulta que no se consigue, al menos uno tiene la satisfacción personal de haber defendido lo que quería, y de que no se ha dejado comer sin rechistar, o bien, de que ha sido capaz de hablar las cosas sin perder los papeles. Llegado este punto, podrá decidir qué nuevo rumbo tomar con la situación.

3. Por último, una última ventaja es la relación personal, punto del que hablaré más adelante.
¿Hay que decir siempre lo que se quiere de manera adecuada? La respuesta es…no siempre. Lo importante es la flexibilidad, que se haga lo que se haga, sea una elección personal. Es decir, a veces será mejor para conseguir un objetivo que me calle, pero entonces, me callo por que DECIDO CALLARME, y no porque no me atrevo a hablar. Y lo mismo si me pongo más directivo o agresivo, que no sea porque pierdo los papeles y la situación, la ira y el impulso me pueden, sino porque DECIDO SER MAS DIRECTIVO. Hay veces, en situaciones más caóticas, en las que es necesario que el Líder ser ponga directivo para sacar el trabajo adelante.

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